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Relato de un trabajo de parenting u orientación a padres

Clarita tiene 4 años, es hija de mexicanos expatriados, ella no ha vivido aún en México. Viene siguiendo los viajes familiares tal como su hermana mayor, Carmen. La diferencia entre ellas se percibe rápidamente en cada mudanza, Carmen empieza el colegio como si nada, se adapta velozmente y encuentra la manera de sentirse a gusto. Clarita, en cambio, es algo menos sociable. Pero no es esto lo que preocupa a sus padres. El motivo que los trae a la consulta son las complicaciones que trae a la familia la dificultad de Clarita para las transiciones. Si ella está mirando la televisión y pronto viene la hora de la comida no hay manera de que cambie una cosa por otra sin protestas. Su madre ha detectado que los berrinches y las protestas bajan o desaparecen si le va avisando con mucha anticipación –y varias veces- lo que está por venir. Los padres de Clarita acaban de llegar, están intentando conseguir un lugar para vivir, colegios, organizarse. Vienen a la consulta con una psicóloga porque en una guardería dijeron que quizás Clarita requería un tratamiento especial: le habían dicho que tenía actitudes de estilo autista –vale aclarar que la habían visto 4 días en total, recién llegada a una ciudad nueva cuyo idioma no conocía-. Su madre, con mucho tino, se preocupó y mucho. Más allá de no coincidir con la apreciación de esta gente reconocía que en algunas cuestiones, Clarita funcionaba “distinto” a otros chicos y le pareció pertinente tener la opinión de un psicólogo para evitar que su amor de madre le impidiera ver la realidad.

 

No es novedad que, desde un punto de vista psicológico, las mudanzas son fuente de stress; tampoco lo es que las mudanzas internacionales lo son mucho más. Se agregan infinidad de detalles, cuestiones a resolver que desafían la capacidad de adaptación y tolerancia de todos. Cuando es una persona que se muda tendrá que buscar casa, trabajo y empezar a entender cómo, digamos, cubrir sus necesidades básicas, en este nuevo lugar. Y todo esto puede ser bastante agotador. Ahora cuando es toda una familia la que se traslada, el nivel de exigencia crece de manera exponencial. En la mayoría de los casos en que el traslado es por razones laborales, no son muchos los días libres que las personas tienen para resolver sus cuestiones. Entonces llegan a un hogar temporal con todo el grupo familiar y se ven en la necesidad de encontrar casa, colegios, entender las zonas de la ciudad, las distancias, las costumbres, los supermercados, etc. Uno podría decir que es bastante pero a todo esto se le suma, además, ocuparse de las necesidades que están teniendo los hijos en este nuevo contexto. Es por esto que es sumamente aconsejable un espacio de entrenamiento “cultural” –que, afortunadamente cada día se está utilizando más como para aminorar el impacto del shock cultural- así como un espacio de orientación a padres o parenting con un psicólogo especializado. Este espacio a veces es utilizado por ambos padres y otras, la mayoría, por las madres. Es un espacio de psicología online que permite hablar sobre lo que está sucediendo –lo cual, por momentos, es desbordante- además de pensar estrategias para colaborar en la adaptación de cada hijo. Y cuando digo cada hijo es porque muchas veces esperamos que los hijos tengan todos el mismo proceso con los mismos tiempos y eso no es posible en tanto cada uno es una persona individual y con sus particularidades.

 

En el caso de Clarita si bien existía una comparación constante con Carmen ese no era el problema principal. Se trataba de una familia extremadamente flexible y adaptativa, donde Clarita quedaba en el lugar del síntoma familiar: la única a la que le cuestan las transiciones –inevitable no escuchar esta palabra en más de un sentido-. Pero la cuestión central era que los problemas de Clarita empezaban a ser aquello que la iba definiendo dentro de la familia y su mundo circundante. Sumamente acertado el tiempo de la consulta psicológica porque entre los jardines de infantes a los que había asistido y la mirada parental Clarita quedaba cada vez más situada en el lugar de la lentitud, de la dificultad, de la inflexibilidad –en una familia que valoraba, y mucho, la flexibilidad-. También quedaba claro que este lugar en el que Clarita se iba situando le permitía tener la atención de sus padres casi centrada en ella, claro que a costa de quedar en un lugar que no le permitía crecer ni disfrutar.

 

A partir del trabajo de orientación psicológica se descubrió que eso mismo que hacía que Clarita tuviera dificultades en cambiar de actividad rápidamente le permitía, también, una asombrosa capacidad de concentración, una persistencia tenaz en lograr resolver lo que se proponía. En la medida en que Clarita empieza a escuchar más elogios a su estilo, casualmente, ya las transiciones no toman tanto tiempo como antes y los berrinches empiezan a menguar.

 

Un espacio de orientación a padres nos permite tomar un tiempo fuera de la vorágine cotidiana donde poder hablar de aquello que está sucediendo con nuestros hijos y con nuestra vida. Poder tomar distancia de la situación permite miradas mucho más creativas y encontrar soluciones allí donde antes veíamos solo dificultades. Y, por sobre todas las cosas, nos permite ayudar a nuestros hijos en su crecimiento, acompañándolos para que encuentren recursos más positivos para ellos mismos.


Lic. Paula Vexlir

Basado en un caso real en el que se han realizado
las modificaciones pertinentes para conservar la privacidad.
Publicado con el consentimiento del paciente.


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