Desencuentros

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Hoy quería escribir sobre los desencuentros. Circula por Facebook una imagen que dice algo así como “Usted puede estar seguro de lo que dijo pero nunca sabrá qué fue escuchado”. Y esa es un poco la base del desencuentro, del malentendido, inevitables en nuestras vidas pero no por eso menos molestos (por decirlo elegantemente).

Dentro de la vida expat /migrante hay infinidad de desencuentros y malos entendidos posibles pero hoy quería referirme a uno particularmente difícil. El desencuentro con nuestros seres queridos, con aquellos que han quedado en nuestro lugar de origen. Y si bien la tecnología ayuda y acerca también es cierto que estar a la distancia no es igual que cuando uno estaba cerca.

Por supuesto que no todos los vínculos son iguales. Habrá quien está mejor lejos que cerca y habrá quien cuenta los días para el reencuentro. Como escribo para todos sin entrar en particularidades quiero dejar claro de entrada que existen salvedades.

El tema con el desencuentro es que es, en parte, inevitable. Para empezar, solemos tener diferencias horarias o de estilo de vida y estaremos todos de acuerdo en que no es lo mismo una charla por Skype que cruzarse estando en la misma casa o ir a tomar un café juntos haciéndose un espacio en la rutina diaria. Muchos sienten el diálogo por Skype un poco forzado y, en un punto, puede serlo sobre todo cuando hacemos esas “citas” para hablar, inevitables con ciertas diferencias horarias. Aún así creo que el desencuentro siempre es mayor cuando finalmente nos encontramos, cuando viajamos (nosotros o ellos) y finalmente estamos frente a frente. Porque claro, es difícil que las cosas sean iguales a cuando vivíamos todos en el mismo lugar.

Entonces al viajar de “vacaciones” (va entre comillas porque no sé si realmente terminan siendo vacaciones). En estos viajes de visita no todos pueden parar en un lugar que no sea la casa de algún pariente (a veces por cuestiones económicas y otras por cuestiones familiares). El tema es que se vuelve a una convivencia forzada que, en la mayoría de los casos, se había abandonado hacía mucho.

Las convivencias sueles ser difíciles, lo sabemos, y por más que pongamos todo de nuestra parte para intentar que la cosa salga lo mejor posible es difícil que el “invitado” (o sea el expat que está de visita) no termine rompiendo alguna regla o costumbre porque ahora “ya no parece de acá”. Sus hijos, si los tiene, tendrán costumbres del otro país y también ellos recibirán otros tantos comentarios sobre sus actitudes diferentes.

Y claro, si nos ponemos del lado del que recibe a los huéspedes también podemos entender su frustración; quizás nos ve un poco extraños, un tanto cambiados, los niños con costumbres diferentes, lo mismo que cierto lenguaje (en algunos casos también el idioma) y le es inevitable señalar y comentar estas diferencias que percibe.

Uno, entre tanto malentendido termina sintiendo que el vínculo de antaño ya no existe. Hasta, de a ratos, uno se pregunta si alguna vez existió. Incluso a veces uno se cuestiona esa decisión tomada alguna vez, la de vivir lejos. Se pregunta si le está haciendo daño a los hijos, etc etc etc.

Pero también cabe decir que si uno hubiera seguido viviendo en su país de origen seguramente ya no estaría viviendo con sus padres (por poner un ejemplo) y que la convivencia también sería difícil si uno la intentase (aún si nunca se hubiese migrado). Es que si lo pensamos con detenimiento, si uno ya no convivía con padres y ahora además se trae la propia familia, el desencuentro más que sorprendernos debería ser lo lógico a esperar. Además, al ser vacaciones uno está tratando de descansar (qué iluso que puede ser uno, no?) sumando así un grado de stress aún mayor a la cuestión porque mientras tanto todos los demás están trabajando.

¿Qué por qué quise escribir sobre esto? Porque nuestras expectativas condicionan y MUCHO nuestra experiencia. Creo que rara vez pensamos lo particulares que son las visitas al país de origen y todos los condimentos que tienen como para que salgan mal (o generen frustración). Y creo que si tenemos expectativas más reales podremos disfrutar de esos pequeños ratos de encuentro con nuestros seres queridos.

Entiendo perfectamente que no siempre somos comprendidos, que casi siempre se subestima la complejidad de la vida expat/migrante y por eso es que se me ocurrió crear una ayuda e incluirla en el nuevo curso de ExpatPsi: Código Expat. Porque a este curso que trae la info esencial para que tu experiencia expat sea mucho mejor le agregué un bonus: un audio para compartir con familia y amigos que han quedado en el país de origen… quizás intentaste mil veces explicarlo y no te entendieron, quizás no supiste que palabras usar, bueno acá va mi contribución (junto con este artículo) para ayudar a que esos vínculos donde tanto afecto hay puedan acercar posiciones, entenderse un poco mejor. Sabiendo, por supuesto, que dado que somos seres humanos (y no abejas) el malentendido igual estará a la orden del día. Pero sin que eso impida disfrutarnos los unos a los otros.

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