Reverse Cultural Shock

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Reverse Cultural Shock… ¿Shock cultural al revés? ¡Uff! ¡Qué raro que suena!, ¿no? Y sin embargo es muy exacto. Recién leía a alguien que decía que el reverse cultural shock es lo mismo que el shock cultural. Bueno, me permito disentir. Creo que es algo mucho, mucho, mucho más intenso. Esto nos puede pasar cuando volvemos a “casa” de visita. Es difícil definir “casa” así es que lo voy a expresar de otra manera: esto es lo que suele ocurrir cuando vamos de visita nuestro país de origen, a la familia extendida, a ese lugar del que nos fuimos (Sí, ya sé, hay casos donde no es tan claro pero creo que todos sabemos adónde vamos cuando sentimos que “volvemos”). Entonces este shock cultural al revés puede sucedernos ya sea en esas vueltas acotadas que son las visitas vacacionales o en el otro regreso, la famosa “repatriación” (otra palabra que no me convence…). Digámosle el regreso al punto de partida.

Hoy voy a escribir sobre esas vacaciones, tan poco relajantes por cierto, cuando vamos a a visitar, a reencontrarnos con esos seres queridos que quedaron un poco lejos. Veremos algunos puntos que tienen en común con las repatriaciones así que, si ese es tu caso, quedate porque seguramente también te sirva.

No quiero desanimar a nadie. Todos sabemos la parte linda de las visitas: esos olores, esos sabores que, en muchos casos, nos transportan a la infancia; esos abrazos, esas caricias; los sonidos que nos eran familiares… En fin, es mucho lo que anticipamos respecto de esos viajes, por eso hoy te hablo de los desafíos que vienen incluidos.

Es que nuestra mente, cada vez que piensa en vacaciones, se imagina una situación relajada, de descanso, de paz. Y nada más lejos de eso cuando uno regresa de visita. Es un delicado equilibrio emocional y físico el que hay que intentar mantener.

Por un lado tenemos la familia y los amigos que quieren compartir con nosotros, que quieren agasajarnos. Entonces terminamos desayunando con unos, almorzando con otros, merendando con otros y cenando con otros más. Al final, entre que variamos la comida habitual y que no queremos herir los sentimientos de ninguno de los que con tanto amor nos han preparado los manjares locales, nuestro hígado y nuestro estómago nos pasan la factura.

Por otro lado existe, casi siempre, un grupo de personas que tampoco veíamos tanto cuando vivíamos en el mismo país pero que, una vez que nos hemos ido, ni bien se entera de que estamos, nos quiere ver. Claro, hay un cariño, pero cuando el viaje es por dos semanas la agenda se pone complicada. Algunos lo resuelven muy bien armando grupos, pero no todos son agrupables y siempre alguien puede terminar ofendido. Es que no todos entienden que estas también son nuestras vacaciones. Lo ideal –generalmente lo empezamos a hacer luego de un par de años de experiencia– es reservar algunos días para viajar por el país solos o acompañados por algunos seres queridos. Esto también nos permite sentir que nuestro “descanso” es algo más que ver una serie de visitas (Es que, si uno no se organiza bien y no se ocupa de darse tiempos libres, ¡termina siendo parecido a un speed dating de dos semanas sin parar!!!)

Hay otras cuestiones que no son menores: una es esa sensación de brecha que se abre. Es decir, cuando estamos afuera de nuestro país de origen sabemos que no somos locales, pero cuando regresamos a él nos anoticiamos de que… ahí tampoco. ¿Y entonces? Es que hemos quedado en ese lugar tan particular que algunos llaman “limbo” pero que yo prefiero decirle “proceso de aculturación”, que suena más elegante.

La realidad es que vivir afuera nos cambia; “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos” leí hace mucho años en algún libro de poesía. Y, sí, ya no somos los mismos. Hemos ampliado nuestros horizontes, hemos aprendido, hemos crecido y ya nuestro acento prácticamente no es del todo de ningún lado; nuestros coterráneos no nos consideran locales. Claro, después de varias visitas de regreso nos acostumbramos (no sé si del todo) a esto. Pero esa sensación interna, ese no sentir ya la pertenencia que otros sienten, mmm… Sigo pensando que nadie la describe como Pico Iyer en su charla TED: “Home is where the heart is”. El hogar es donde está tu corazón. -Les  sugiero volver al post de esta charla TED que es uno de los primeros: click acá

PSSST!: si te gustó este artículo dejame que te recomiende leer este y este otro. Y si tenés ganas de aprender más sobre lo que es esperable que te suceda al expatriarte así como también ideas de como manejarlo, te cuento que hay un Curso con toda esa info: lo tenés acá.

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