Redes sociales en la vida como expatriados

Si me diesen un billete por cada vez que alguien se deprime / se entristece /se considera menos después de estar un rato en alguna red social… Wow!, ya sería más que millonaria.

No voy a decir que todo tiempo pasado fue mejor; no. Definitivamente no creo que todo tiempo pasado haya sido mejor ni que el futuro lo tenga que ser. Algunas cosas del pasado eran muy positivas y otras del presente lo son. Así es que este post no tiene nada que ver con criticar a las redes sociales.

Más bien la idea es que pensemos los efectos del “social media” en nuestras vidas. Y, personalmente, me parece que es un tema que puede tener efectos más notorios cuando vivimos expatriados básicamente porque tenemos menos evidencia visual, esa “de carne y hueso”.

Vemos la foto de la familia perfecta en sus perfectas vacaciones posteada en Facebook (o Instagram). Vemos un momento congelado en el tiempo. Nadie nos cuenta que después de la foto ellos se pelearon a los gritos y los otros turistas se quedaron mirando boquiabiertos. O que los hijos se tiraron de los pelos y decidieron que no querían tener más ese hermano/a en la familia. Nadie te va a contar que después de la foto él le escribió por Wapp a esa chica de la oficina que siempre le gustó… y así podría seguir.

Porque claro, la foto detiene el tiempo pero la vida sigue llena de imperfecciones, de esas que la foto no permite ver.

Con Linkedin parece que todos han hecho más cosas que nosotros, con Instagram la vida de todos es siempre más chic, más cool, más armónica. Con Facebook todos tienen más vida social que nosotros… en fin. No tiene sentido seguir listando porque seguramente sepas de qué hablo.

Jamás escuché a una persona que no hubiera vivenciado, al menos una vez, esto que te digo. Que tras estar un tiempo “online” no sienta que le falta algo en su vida o que los además la pasan mil veces mejor.

Sucede que el jardín del vecino siempre fue más verde que el propio en la mayoría de los cosas y las redes sociales solo intensifican brutalmente ese sentimiento.

Ojo, no voy a negar que las redes sociales también nos permiten seguir conectados, ver cómo está fulano o mengana, seguir el crecimiento de sus hijos, seguirlos a través de sus mudanzas, estar medianamente al tanto de sus vidas.

Pero también debo decirte que en mi investigación percibo que tras un rato (o unas horas) de social media es más fuerte la sensación de pérdida, de vacío, de no estar a la altura.

Por eso creo que es importante este artículo. Porque en la vida como expatriados podemos sentirnos tentados a creer que eso que vemos es verdad (en realidad todos los seres humanos creemos lo que vemos, de ahí el dicho “ver para creer”, lo que pasa es que fue escrito antes del Photoshop y de estas plataformas de la red). Porque así como las fotos de modelos con Photoshop hacen que nuestros ojos crean que esos cuerpos son posibles y alcanzables (con el consecuente aumento de los trastornos alimenticios entre la población) las redes sociales pueden hacer que quedemos sintiéndonos en falta, aislados, por fuera de todo lo bueno y divertido.

No sugiero que las dejes de lado, para nada. Sólo que estés atento a qué sensación te queda dentro luego de estar navegando un rato. Quizás el malestar solo crece con la cantidad de horas que se le dedica, quizás es instantáneo al ver ciertos posteos. Como fuera es importante que sepas que le pasa al 99% y que no es una dificultad tuya. Y si ves que realmente es más lo que te complica que lo que te aporta, te animes a sustraerte de cuando en cuando. Total, una foto más, una foto menos, un like más o un like menos no van a cambiarte tanto como el poder generar un registro de aquello que te está pasando y actuar en consecuencia.

PSSST!: si te gustó este artículo dejame que te recomiende leer este y este otro. Y si tenés ganas de aprender más sobre lo que es esperable que te suceda al expatriarte así como también ideas de como manejarlo, te cuento que hay un Curso con toda esa info: lo tenés acá.

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